La vigilancia masiva es un tema espinoso. ¿Eres de los que viven obsesionados con ocultar todas sus pistas online? ¿O perteneces al grupo de quienes creen que si no han hecho nada malo no tienen nada que esconder? Si estás leyendo esto, probablemente seas de los primeros. Perteneces a un país, sociedad y cultura que tiende a pensar que la vigilancia masiva es malvada, ilegal e inmoral. Hay razones para ello, pero también existen lugares donde los ciudadanos sí apoyan que sus gobiernos intervengan sus comunicaciones (y también tienen sus motivos). En este artículo dejamos los juicios de valor a un lado para analizar la geopolítica actual de la vigilancia masiva y extrapolarla a un posible escenario futuro: ¿qué es lo mejor y lo peor que podría pasar en los próximos años?
Índice
1. La vigilancia masiva en la actualidad
En primer lugar, es importante diferenciar dos conceptos:
La vigilancia es el seguimiento de las comunicaciones o movimientos de un individuo u organización por parte de un gobierno, grupo o persona.
La vigilancia masiva es el control indiscriminado de las comunicaciones por Internet y telefónicas de un gran número de personas sin que existan indicios suficientes de conducta delictiva.
La diferencia entre ambas es que la vigilancia puede ser o no ilegal, mientras que la vigilancia masiva siempre lo es.
¿Siempre?
Aquí empieza el debate. Según las leyes internacionales de derechos humanos, los países deben adaptar sus legislaciones para que se garanticen nuestros derechos y que solo un juez pueda autorizar la vigilancia con objetivos concretos. Esto suele ocurrir en casos extremos, como cuando existe cierto nivel de amenaza terrorista o cuando el orden público está en peligro.
Sin embargo, Amnistía Internacional va más allá y no cree que tales amenazas sean una justificación válida: “nuestros gobiernos nos enfrentan a un dilema falso: seguridad o libertad. En un estado de derecho, donde las leyes equilibran ambos conceptos, las personas son inocentes hasta que se demuestra lo contrario y tienen derecho a que se respete su vida privada. Por tanto, antes de violar estos derechos, los gobiernos deben tener indicios de que se está cometiendo un delito”.
Muchos comparten la opinión de esta organización, sobre todo en occidente, el bloque donde se encuentran la mayoría de los «estados de derecho» que, según la afirmación de Amnistía Internacional, deberían respetar nuestra privacidad.
¿Cuáles son exactamente estos estados de derecho? Tras una simple búsqueda en Wikipedia, nos aparece este mapa:
Podríamos deducir entonces que las zonas verdes son jardines de gente libre, paraísos seguros donde los gobiernos respetan nuestra privacidad y son lo suficientemente fuertes para detener las intrusiones de las pérfidas empresas extranjeras que, por supuesto, provienen de los infiernos opresivos de color rojo y naranja.
Pero nos equivocaríamos.
En 2019, Steven Feldstein (autor de The Rise of Digital Repression) publicó un estudio que incluía un índice global de vigilancia masiva con métodos de Inteligencia Artificial (AIGS Index). Sus números revelaron que un 51% de las democracias avanzadas son usuarias de vigilancia masiva mediante IA (Inteligencia Artificial), mientras que solo el 37% de los estados autocráticos incurren en estas prácticas.
Tal vez una de las razones sea que muchos de los países del segundo grupo no disponen de los recursos necesarios para invertir en esta tecnología, pero esto no lo explica todo. Los países usuarios de IA con propósitos de vigilancia conforman un grupo heterogéneo: los hay en todas las regiones, se organizan con diferentes sistemas políticos y sus objetivos son variados. 75 de los 176 países estudiados utilizan de modo activo estos métodos, incluyendo plataformas de ciudades inteligentes (56 países), sistemas de reconocimiento facial (74 países) y vigilancia policial inteligente (52 países).

Países con más cámaras CCTV por cada 100 habitantes. No solo en China se vigila. Fuente: PreciseSecurity.com y Comparitech
Consciente de esta circunstancia, la UE ha sido pionera en tomar medidas para proteger a sus ciudadanos (por ejemplo, la abolición del «privacy shield» en 2020 o la aprobación de la Resolución sobre la IA en 2021). Esto choca con muchas de las prácticas que ya se llevan a cabo en países como Francia o Polonia, pero deja claro cuál es la posición europea respecto a la vigilancia masiva.
Todo lo contrario ocurre en China, el estado de hipervigilancia por excelencia. Allí, el último paso es la implementación de un sistema de crédito social en el que cada ciudadano tiene una puntuación basada en su comportamiento, antecedentes penales, multas, solvencia, etc. Es una especie de carnet por puntos en el que los ciudadanos con altas puntuaciones podrán acceder a la mejor educación, sanidad, servicios, viajes y ventajas fiscales, mientras que aquellos que no respeten las normas del gobierno serán castigados con sanciones, prohibiciones o incluso la pérdida de su trabajo. Es decir, lo que creíamos que era solo ciencia ficción cuando vimos el capítulo Nosedive de Black Mirror ya está aquí.
El caso es que una encuesta reciente ha demostrado que el 80% de los más de 2000 ciudadanos chinos entrevistados están de acuerdo en que se aplique el sistema de crédito social. Más allá de la autenticidad de la entrevista, que parece lícita, cabe pensar que, para un pueblo que ya ha aceptado ser vigilado por millones de cámaras y sistemas de IA con reconocimiento facial, añadir un sistema de puntos es solo un pequeño paso adelante.
No conozco de primera mano lo que significa vivir en China, pero sí en Corea del Sur, un país intermedio donde el reconocimiento facial sí está prohibido pero otros métodos de vigilancia masiva no están tan mal vistos. Aquí las cámaras CCTV graban todo lo que ocurre tanto dentro de los edificios como en la calle (te lo explico en este artículo sobre Songdo, la smart city coreana), y a nadie le parece mal. A mí tampoco, para ser sinceros.

El año pasado visité el centro de operaciones de Songdo, una smart city coreana considerada la ciudad del futuro. Mucha vigilancia, pero de manera transparente y con el apoyo de la población.
Los primeros días en Corea tal vez me sintiera algo incómodo con la presencia de las cámaras, pero es algo a lo que rápidamente te acostumbras cuando descubres las ventajas: aquí mi mujer puede salir a correr al parque de noche sin ningún miedo, es normal ver a niños de cinco años cumpliendo recados ellos solos y, si te olvidas la cartera en la parada del autobús, sabrás con certeza que seguirá allí aunque tardes dos horas en volver. En Corea disfrutan de uno de los entornos más seguros y con menos criminalidad del mundo, y eso es algo que los coreanos aprecian como un tesoro. Si a cambio tienes que sentirte cohibido a la hora de poner caras en el espejo del ascensor, que así sea.
Otro ejemplo es lo sucedido tras la pandemia: con el pretexto de preservar el orden y la salud de sus ciudadanos, muchos gobiernos, entre ellos el de Corea del Sur, se han embarcado en grandes proyectos de vigilancia masiva con IA para seguir la propagación del virus y asegurarse de que las restricciones son cumplidas. Esto sonaría a cárcel en Europa, pero aquí han recibido las medidas con los brazos abiertos, y dudo que alguien se pregunte si el gobierno prescindirá de estos métodos una vez la pandemia remita.
En definitiva, no todo el mundo parece considerar la vigilancia masiva como uno de los grandes retos de la sociedad del futuro. Algunos creen que es solo un problema menor, mientras que otros la aceptan sin considerar que sea nociva. Al fin y al cabo, es cierto que todavía no ha ocurrido ninguna catástrofe relacionada con ella: hoy por hoy, la vigilancia masiva es más un riesgo que un problema. O el manido «quien no haya hecho nada malo no tiene nada que temer». Por eso, la opinión al respecto depende sobre todo de dónde vengas y del nivel de confianza que tengas en tu gobierno.
¿Y a ti qué te parece? Piensa en la huella que dejas online. Tus conversaciones de Whatsapp, tus interacciones en redes sociales, tus emails, tus videollamadas, tus búsquedas en Google, tus metadatos o tus compras en Amazon. Tal vez creas que tu información está protegida por la ley, pero existen programas como Prism, Upstream, Pegasus, Tempora o XKeyscore, que pueden obtener y analizar los datos de empresas como Google, Microsoft o Yahoo, además de acceder a cables de fibra óptica que llevan comunicaciones globales por internet.
Por tanto, si tienes móvil o internet, estás 100% expuesto a la vigilancia masiva, sin importar dónde vivas. ¿Es esto bueno o malo? ¿Qué riesgos conlleva? Lo veremos en el siguiente apartado.
2. Futuro de la vigilancia masiva
Aunque todos estemos expuestos a la vigilancia masiva, la respuesta a las preguntas anteriores viene condicionada sobre todo por el lugar donde vivamos. No tiene sentido hablar de un escenario mundial homogéneo. Cada país tiene su enfoque y sus leyes respecto a la vigilancia masiva, por lo que el impacto en el ciudadano medio será diferente.
Lo que sí podemos hacer es hablar de cuatro bloques geográficos que ejemplifican las principales posiciones en la actualidad y, partiendo de ahí, especular con el mejor y peor escenario para cada uno de ellos.
Pero antes, aclaremos algo: ¿a qué tecnología estamos suponiendo que se enfrentará el mundo?
Los métodos de IA y Big Data en el ámbito de la vigilancia masiva podrían evolucionar hasta el punto de que el ciudadano se sabe controlado en todo momento. Si deciden hacerlo, los gobiernos podrían saber si has usado demasiada agua al cocinar, si has tirado un chicle al contenedor de papel o si has criticado a un miembro del partido al poder en la intimidad de tu dormitorio. Podrían identificarte en la calle a través de reconocimiento facial o de tu forma de caminar y sancionarte por cruzar con el semáforo en rojo, hacer que te arresten si cruzaste alguna palabra con la persona equivocada o prohibirte que renueves el pasaporte si creen que no eres alguien que debería abandonar el país. Pero no solo hablamos de los actos, también del pensamiento. Con el auge de los implantes cerebrales como nuevo método de comunicación, los gobiernos podrían incluso monitorear si tienes ideas controvertidas, opiniones ilegales o intenciones de cometer algún crimen.
Sabiendo a lo que nos enfrentamos, vamos a ver los 4 bloques. Para cada uno de ellos, especulamos con el mejor y peor escenario:
2.1. China
Mejor escenario:
El gobierno podría usar toda esta nueva información de manera responsable. Podría diferenciar entre aquello que es realmente peligroso para la sociedad en su conjunto y lo que solo son posiciones controvertidas pero anecdóticas para el partido. Siempre que no suponga una amenaza para su existencia, toleraría que los ciudadanos tuviesen sus propias opiniones. Las técnicas de Big Data e IA se usarían para crear una sociedad donde el crimen es erradicado al 100%, los accidentes son reducidos al mínimo, el orden público es ejemplar y el medio ambiente es respetado. La sociedad se siente segura, confía en el gobierno y no solo no les importa la falta de individualidad, sino que se sienten aliviados al tener que tomar menos decisiones, lo cual les permite ser más felices. El pueblo se siente unido, la economía crece de manera constante y el país está más preparado que nadie para enfrentarse a amenazas exteriores como guerras, nuevas pandemias o catástrofes naturales. Adelantándonos mucho, esta podría ser una primera versión de la mente colmena que muchos escritores de ciencia ficción prevén como el siguiente paso de nuestra especie y que podría ser la única manera de enfrentarnos a amenazas globales como el cambio climático. ¿Y si la fórmula china fuera la única manera de sobrevivir como especie?
Peor escenario:
Simplificando: 1984. El gobierno se vuelve intransigente con cualquiera que tenga la mínima opinión en su contra, aunque solo sea un pensamiento pasajero. Esto no significa necesariamente penas de cárcel, pero sí reducciones en el crédito social, de manera que los ciudadanos viven aterrados de que no se les permita encontrar un trabajo, viajar al extranjero o acceder a servicios básicos como transporte público, sanidad o educación. Tanta censura podría funcionar como una olla a presión que tal vez aguante en épocas de bonanza, pero que podría explotar al llegar alguna crisis internacional o al agudizarse problemas internos (uigures, Tibet, Taiwan). Podría haber revueltas que serían inmediatamente silenciadas por el gobierno con violencia y que enseñarían a los ciudadanos que es mejor vivir oprimido que rebelarse y acabar en la cárcel o brutalmente asesinado por la policía. Tal vez en el siglo XX una revolución podría acabar con un gobierno, pero ahora, con las nuevas tecnologías al servicio del partido, es imposible. Los ciudadanos eligen evitar el miedo y se ven relegados a una existencia gris e insignificante, especialmente las minorías.
2.2. Estados Unidos
En Estados Unidos, históricamente y en comparación con Europa, se ha protegido poco al ciudadano de la intervención de sus datos por parte de empresas o del propio gobierno. Allí las grandes tecnológicas no se topan con las leyes europeas de protección de datos, y todos recordamos el escándalo de la NSA que descubrió Edward Snowden. También hemos visto casos de violación de la privacidad por parte de las autoridades impensables en Europa, como cuando la policía de Baltimore desplegó en secreto drones con cámaras de reconocimiento facial durante los disturbios de 2018 (qué diferente sería The Wire si fuera filmada hoy).
El siguiente escenario no solo es válido para EEUU, sino también para los otros cuatro miembros de la llamada alianza de los «cinco ojos» (Australia, Canadá, Nueva Zelanda y Reino Unido), el acuerdo más agresivo que existe hoy en día en cuanto a vigilancia masiva.
Mejor escenario:
Pese a la laxitud de estos cinco gobiernos, las empresas hacen un uso responsable de los datos. Al igual que hoy nos aparecen anuncios en el móvil en base a nuestras conversaciones o compañías, ocurrirá lo mismo en base a nuestros pensamientos: si tienes un antojo de hamburguesa te aparecerá un anuncio de McDonalds en tu campo de visión en cuestión de segundos, si se te ha ocurrido pensar en tu jubilación te aparecerán anuncios de apartamentos en Florida. Puede que los implantes lean tu cuerpo también, y si tus niveles de alcohol en sangre son altos te aparecerán anuncios de licores. Aparte de estos sucesos, irritantes pero anecdóticos, la gente de estos países puede continuar haciendo vida normal.
Peor escenario:
El riesgo de que el equilibrio anterior se rompa es mayor que en la UE. La libertad que tanto aprecian los americanos podría desaparecer de la noche a la mañana con la irrupción de algún factor externo: amenazas terroristas, crisis económicas, catástrofes naturales, guerras, etc. En ese caso, el gobierno solo tendrá que chasquear los dedos para obtener todos los datos que necesita sobre cualquier ciudadano. Quizá ese comentario que hiciste en Twitter hace 5 años te pareció inocente entonces, pero ahora le da legitimidad a la policía para presentarse en tu casa e interrogarte. Tal vez hoy consideres que las fotos de tu viaje a Costa Rica en Instagram no hacen daño a nadie, pero ¿y si el Gobierno encuentra indicios de que un terrorista se hospedó en tu mismo hotel? O puede que sean tus datos biométricos los que les lleven a sospechar de ti, o que un examen emocional clandestino realizado por tu implante cerebral revele similitudes con el perfil de algún sospechoso. Si se da el caso, podrían arrestarte con total impunidad en nombre de la seguridad nacional.
Quizá en EEUU y los otros cuatro países de la alianza de los Cinco Ojos el riesgo de un escenario tipo 1984 sea más bajo que en otros bloques, pero sus ciudadanos serán los más vulnerables en caso de que ocurra. Al menos en China estaban avisados.
Mi última novela, Netz, discurre en este tipo de escenario y ofrece un sórdido ejemplo de cómo afectaría la vigilancia masiva a la industria del entretenimiento y del juego. De hecho, casi toda la documentación para este artículo proviene de mis notas para la novela. Si quieres más detalles, puedes leer la sinopsis aquí.
2.3. Europa
Mejor escenario:
La UE permanece unida y triunfa en su intento de limitar el alcance de la vigilancia masiva en sus estados miembros. Se aprueban nuevas leyes para que empresas y gobiernos no puedan acceder a los pensamientos de los ciudadanos a través de los implantes cerebrales (parece futurista, pero esto ya es una realidad en algunos países como Chile). Los europeos saben que deben ser cuidadosos a la hora de subir información a la red, pero confían en la ley y saben que sus datos están protegidos. Europa sigue siendo un lugar culturalmente diverso y pacífico donde los ciudadanos pueden viajar de un estado a otro y beneficiarse del intercambio cultural. Las economías crecen y nuevas start-ups tecnológicas aprovechan el boom de los nuevos métodos de comunicación para convertirse en referentes mundiales. Cuando hay alguna crisis, Europa siempre tarda más en reaccionar que otros bloques, pero los ciudadanos aceptan este inconveniente como un bajo precio a pagar por su preciada individualidad.
Peor escenario:
En China el destino quedaba en manos de una sola carta: el gobierno. Sin embargo, en este escenario europeo, muchas cosas podrían salir mal incluso si los gobiernos son eficientes y honestos. Para bien o para mal, Europa depende de muchos otros factores. Por ejemplo, de la capacidad de otros países, empresas u organizaciones para saltarse las leyes europeas y hackear la información de los ciudadanos. ¿Y si algún enemigo se hace con un programa que permite acceder a los implantes cerebrales de los ciudadanos y vigilar sus pensamientos? ¿y si una organización terrorista va más allá, se hace con el control de los implantes y consigue paralizar su corteza motora o el área del cerebro responsable del lenguaje? Las consecuencias son aterradoras. Otro ejemplo sería el impacto de alguna gran crisis internacional: Europa no tiene la capacidad de responder con la contundencia de la mente colmena de China o con la anticipación de la alianza de los Cinco Ojos, y las divisiones internas podrían pasarle factura. Ya lo hemos visto con la pandemia, y estas diferencias entre países e ideologías podrían acrecentarse con el paso de los años, sobre todo si los europeos ven que otros países responden mejor a las adversidades.
2.4. Países en vías de desarrollo
Existen países pertenecientes a zonas geográficas muy diferentes, como Sudamérica, África o Asia Central, que voy a englobar dentro del mismo grupo porque en ellos se dan los factores para la emergencia de un escenario bastante tétrico. Me refiero a los países con las economías más débiles de estas tres zonas, o aquellas cuyos gobiernos tienden a la autocracia (por ejemplo, Venezuela, Zimbabue o Turkmenistán). Lo que ocurra en los países con las mayores economías de estos continentes (como Sudáfrica, Egipto, Irán, Chile, México o Argentina) dependerá en gran medida de los gobiernos al poder en ese momento o de sus relaciones internacionales.
Mejor escenario:
No hay mucho espacio para el optimismo aquí, pero lo mejor para estos países sería que alcanzaran unos gobiernos sólidos e incorruptos que supieran sacar el mejor partido a la inversión de países como China o de empresas como Huawei (solo esta empresa es responsable de exportaciones de herramientas de vigilancia masiva a más de 50 países). De lo contrario…
Peor escenario:
A la difícil situación que ya sufren estos países, añadamos que alguna empresa china se entromete para vender al gobierno alguna de sus herramientas de vigilancia masiva: sistemas analíticos avanzados, cámaras de reconocimiento facial, vigilancia policial predictiva, etc. Ahora, lee de nuevo el peor escenario de China y multiplícalo por diez. Añade que algunos de estos países serán de los más afectados por el cambio climático. No es difícil prever que tienen el potencial para protagonizar algunas de las peores crisis humanitarias de la historia.
3. Conclusión
La vigilancia masiva es un tema delicado y muy personal donde cada uno es libre de opinar como quiera. La opinión pública más común, si vives en una cultura occidental, es que la vigilancia masiva es un cáncer contra el que debemos luchar. Entiendo las razones y no seré yo quien las contradiga (de hecho, siempre que puedo uso VPN). Con este artículo solo quiero hacerte ver que también existe gente y países enteros que no lo ven así. Sabiendo esto y entendiendo ambas posturas, podrás formarte una opinión propia.
Imagínate que estamos en el año 2060. Eres un extraterrestre que llega a la Tierra disfrazado de humano y tienes que elegir dónde vivir, aceptando las reglas de ese lugar en cuestión. ¿Elegirías un país como China, donde tu libertad y felicidad dependerán casi únicamente del gobierno al poder en ese momento? ¿O te decantarías por un sistema occidental, con más factores que podrían arruinarte la vida pero donde tendrías una mayor libertad en circunstancias normales?
La vigilancia masiva nos expondrá a nuevas oportunidades y amenazas y será uno de los principales factores que afectarán a nuestro bienestar. ¿Cuál es la posición de tu gobierno? Si tu opinión al respecto es diametralmente opuesta, tal vez sea hora de empezar a plantearte algunas cosas.
¿Quién soy y por qué te hablo de vigilancia masiva?
Me llamo David Nel y soy escritor de ciencia ficción social. La última de mis novelas, Netz, acaba de ser publicada en julio de 2022 con Distrito 93 y trata sobre la vigilancia masiva en la industria del juego. Este artículo bebe de la documentación que usé para escribir la novela y con él me gustaría exponer los diferentes enfoques alrededor de la vigilancia masiva y concienciar a los lectores sobre la posibilidad de que nuestros datos estén a disposición de otros.
En unas semanas publicaré un listado de novelas, películas y series con la vigilancia masiva como tema central. Si quieres que te avise cuando lo publique, puedes suscribirte a mi lista de correo aquí.
Otras lecturas recomendadas (no ficción):
- Edward Snowden – Vigilancia permanente (2019).
- Shoshana Zuboff – La era del capitalismo de la vigilancia (2020).
- Artículo: la vigilancia masiva y cómo luchar contra ella.
- Artículo: 5 razones por las que nos debe importar la vigilancia masiva.
- Artículo: el sistema de crédito social de China es altamente popular.